Si una consagrada ha abandonado la fe católica de forma notoria o ha contraído matrimonio, aunque solo sea civilmente, el Obispo reunirá las pruebas y declarará su dimisión del Ordo virginum , para que conste jurídicamente.
Si una consagrada es acusada de gravísimos delitos [83] o gravísimas faltas, externas e imputables contra las obligaciones que derivan de la consagración, de modo que susciten escándalo en el pueblo de Dios, el Obispo iniciará el proceso de dimisión.
Dará a conocer a la interesada las acusaciones y las pruebas que se han recogido, otorgándole la facultad de defenderse. Si el Obispo considera insuficiente la defensa, y no hay otra manera para proveer a la corrección de la consagrada, a la reintegración de la justicia y a la reparación del escándalo, la dimitirá del Ordo virginum.
El decreto de dimisión tendrá que exponer, al menos de forma sumaria, los motivos de la decisión y será efectivo solo después de la ratificación de la Santa Sede, a la que hay que trasmitir todas las actas. Esto no tendrá valor si no indica el derecho del que goza la consagrada a recurrir a la autoridad compete en el plazo de diez días, desde la notificación del decreto; el recurso tiene efecto suspensivo.
Anotación y comunicación de la separación. En los casos en que se haya producido la separación de una consagrada del Ordo virginum , el Obispo diocesano dispondrá la anotación en el libro de las consagraciones y, personalmente o a través del Delegado o de la Delegada, informará a las demás consagradas y al párroco competente para que lo anote en el libro de bautismos.
Camino de fe, discernimiento vocacional e itinerarios formativos. En virtud de la fe, de la gracia bautismal, del carisma virginal y de los carismas personales, la mujer llamada a la consagración en el Ordo virginum está comprometida en un camino de vida cristiana, de seguimiento del Señor Jesús, cuyo dinamismo es suscitado por el Espíritu Santo, que pide su respuesta activa y su dócil colaboración.
La gracia de la consagración en el Ordo virginum define y configura de forma estable la fisonomía espiritual de la persona, la orienta en el camino de la vida, la sostiene y refuerza en una respuesta cada vez más generosa a la llamada.
Por lo tanto, la consagración exige no solamente una maduración humana y cristiana evaluada mediante un atento discernimiento vocacional y una formación específica previa, sino también una cuidada y constante atención a la formación permanente que, profundizando y renovando las motivaciones de la elección realizada, permita a la consagrada consolidar la propia vocación mientras vive su dinamismo intrínseco [86].
Ya que esta forma de vida consagrada tiene un arraigo en la Iglesia particular, el discernimiento vocacional, la formación previa a la consagración y la atención a la formación permanente se realizan por medio de itinerarios eclesiales que, además de la responsabilidad de las mujeres interesadas, piden la atención y el acompañamiento de la comunidad cristiana, y en particular interpelan la responsabilidad pastoral del Obispo diocesano.
Para reunir los principios necesarios para el discernimiento vocacional, como para orientar y acompañar los itinerarios de formación de las aspirantes, de las candidatas y de las consagradas, el Obispo puede pedir colaboración al Delegado o la Delegada para el Ordo virginum y valorará la aportación que las consagradas puedan ofrecer.
Para esta finalidad, teniendo en cuenta el número de consagradas presentes en la Diócesis y su parecer al respecto, y también de las otras circunstancias concretas, como organizaciones del servicio de comunión para el Ordo virginum ,el Obispo podrá impulsar además un servicio o equipo para el discernimiento vocacional y la formación previa a la consagración y un servicio o equipo para la formación permanente.
Tales servicios o equipos estarán formados por el Delegado o la Delegada, si el Obispo hubiere instituido la figura, y por consagradas con las aptitudes necesarias, designadas por el Obispo o por el Delegado o la Delegada, previa consulta a todas las consagradas.
Por este motivo, al programar itinerarios formativos, se procurará que no consistan en propuestas genéricas, que no tienen en cuenta las exigencias específicas y los carismas personales. Asimismo se evitarán tendencias individualistas [88] que pueden obstaculizar la adquisición y el desarrollo de un verdadero sentido de pertenencia eclesial y del espíritu de comunión dentro del Ordo virginum.
Ya que se trata de favorecer el desarrollo de la capacidad de interpretar la realidad según criterios evangélicos, los itinerarios formativos deben prever como elementos irrenunciables: la formación teológica, cultural y pastoral, adecuada al tipo de testimonio al que están llamadas las consagradas, conseguida mediante el estudio personal y los encuentros formativos también con expertos, ampliada y profundizada constantemente; la experiencia espiritual, como la oración personal y litúrgica, el camino penitencial, retiros y ejercicios espirituales, que mantienen a la persona en una actitud de escucha atenta y búsqueda constante de la voluntad de Dios; la inserción en un tejido de relaciones eclesiales que favorezca el crecimiento integral de la persona y que valore en especial las potencialidades del intercambio de experiencias entre las consagradas, como también de las relacione entre las aspirantes y las consagradas, particularmente las que colaboran en el servicio de formación.
Además, es necesario que corresponda a itinerarios orgánicamente estructurados, que prevean un desarrollo temporal claramente articulado y periódicamente revisado, para que la atención por la formación de cada aspirante, candidata y consagrada esté acompañada e integrada con propuestas dirigidas unilateralmente al conjunto de las aspirantes, de las candidatas y de las consagradas.
La práctica del acompañamiento espiritual. En cada fase de los itinerarios de discernimiento y formación, se debe realizar el acompañamiento espiritual: la relación constante y confiada con una persona que tenga un profundo espíritu de fe y de sabiduría cristiana, que cada aspirante, candidata y consagrada puede elegir libremente, representa una válida ayuda no solo para el discernimiento vocacional, sino también para las decisiones que fundamentalmente comprometen su vida.
Para garantizar la libertad personal en el ámbito de la manifestación de la conciencia, el Delegado o Delegada para la atención pastoral del Ordo virginum y las consagradas que colaboran en el servicio de formación, se limitarán al ámbito externo y no entablarán relaciones de acompañamiento espiritual con las aspirantes, candidatas o consagradas.
Se abstendrán también de pedir informaciones o pareceres sobre las aspirantes, candidatas y consagradas a los respectivos directores o acompañantes espirituales y confesores.
La dinámica del discernimiento vocacional y de la formación previa a la consagración. El discernimiento vocacional tiende a escrutar los signos por los que se expresa el carisma del Ordo virginum , con su arraigo específico en la Iglesia particular y su forma característica de estar presente en el contexto social y cultural.
Para bien de las personas interesadas y de la Iglesia, se han de favorecer las condiciones que permitan realizar un discernimiento sereno y libre, en el cual verificar, a la luz de la fe y de posibles contraindicaciones, la veracidad de la vocación y la rectitud de intenciones [89].
El itinerario formativo que precede a la consagración debe brindar ocasiones para comprobar la intuición vocacional inicial y al mismo tiempo avivar en las aspirantes y candidatas el deseo de una unión cada vez más profunda con el Señor Jesús, de una respuesta cada vez más libre y generosa a la llamada del Padre, de una correspondencia cada vez más atenta, inteligente y dócil a la acción del Espíritu Santo.
Se puede hablar de un camino realmente formativo solo cuando se da una verdadera experiencia de conversión, es decir de purificación, de iluminación y de implicación cada vez más profunda y atrayente en el seguimiento del Señor.
Generalmente, el discernimiento vocacional se lleva a cabo mediante un proceso que abarca una constatación inicial respecto a la admisión al itinerario de formación hacia la consagración, continua durante todo ese proceso, y acaba cuando el Obispo diocesano decide la admisión a la consagración.
Se pueden distinguir oportunamente tres momentos o fases: un primer período de acercamiento o propedéutico; un segundo período de formación debidamente articulado en varias etapas con sus objetivos y evaluaciones; y el discernimiento o escrutinio final. En ningún caso se podrá iniciar el período propedéutico antes de cumplir los dieciocho años de edad; para la admisión a la consagración se deberá tener en cuenta la edad de casarse tradicional en la región [90] y ordinariamente no se celebrará la consagración hasta que la candidata haya cumplido los veinticinco años de edad.
Corresponde al Obispo diocesano fijar, incluso mediante el diálogo personal con las interesadas y valorando la situación y las exigencias de cada una, las modalidades concretas de desarrollo de los itinerarios formativos, para ofrecer a cada una la posibilidad de profundizar el conocimiento de esta forma de vida en sus fundamentos esenciales, y confrontar a su luz, de forma sincera y realista, la propia experiencia espiritual y la modalidad concreta de vivir.
Se mantendrá una estrecha interconexión entre el discernimiento vocacional y el itinerario formativo previo a la consagración, porque la admisión al itinerario formativo no implica la obligación de la candidata a pedir la admisión a la consagración, ni la obligación del Obispo a admitirla a la consagración.
Requisitos y criterios de discernimiento. La admisión a la consagración requiere que por la edad, la madurez humana y espiritual, y por la estima que disfruta en la comunidad cristiana donde está inserta, la candidata dé confianza de poder asumir de forma responsable los compromisos que se derivan de la consagración [91].
Requiere también que la persona nunca haya celebrado nupcias y no haya vivido pública y manifiestamente en un estado contrario a la castidad [92].
En el discernimiento vocacional se pondrá atención a los signos que evidencien en la aspirante y en la candidata la presencia de una intensa y viva experiencia espiritual, la autenticidad de las motivaciones que la orientan hacia la consagración en el Ordo virginum y la presencia de las actitudes que son necesarias para perseverar en la vida de consagración dando testimonio positivo de la propia vocación.
Con sabiduría pedagógica y según el principio de gradualidad, se comprobará la presencia de estos signos desde el periodo propedéutico, para evaluar la admisión al itinerario formativo.
Para la formación previa a la consagración y el discernimiento conclusivo acerca de la admisión a la consagración, estos signos constituyen puntos cualificados de referencia. b el sentido de pertenencia a la Iglesia, concretamente experimentado en la participación en la vida de la comunidad cristiana, mantenido por un amor profundo por la comunidad eclesial, por la celebración de los sacramentos y por una actitud de filial obediencia al Obispo diocesano;.
c el cuidado de la dimensión contemplativa de la vida y la fidelidad a la disciplina espiritual, a los tiempos de oración, a sus ritmos y a sus distintas formas;. d la asiduidad en el camino penitencial, ascético y de acompañamiento espiritual;.
e el interés en profundizar el conocimiento de la Escritura, de los contenidos de la fe, de la liturgia, de la historia y del magisterio de la Iglesia;. g la presencia de una intuición sintética y global de la propia vocación, que demuestre un conocimiento realista de la propia historia, de las propias cualidades —recursos, límites, deseos, aspiraciones, motivaciones— y que sea coherente con la forma de vida del Ordo virginum.
Para evaluar el grado de madurez humana, se tendrán presentes los signos siguientes:. a un conocimiento realista de sí misma y una serena conciencia objetiva de los propios talentos y de los propios límites, unida a una clara capacidad de autodeterminación y a una adecuada y suficientemente actitud para asumir responsabilidades.
b la capacidad de establecer relaciones sanas, serenas y oblativas, con hombres y mujeres, unida a una recta comprensión del valor del matrimonio y la maternidad;.
c la capacidad de integrar la sexualidad en la identidad personal y de orientar las energías afectivas para expresar su femineidad en una vida casta que se abra a una gran fecundidad espiritual [95] ;.
d la capacidad laboral y profesional con la cual proveer al propio sustento de manera digna;. e una probada actitud para procesar sufrimientos y frustraciones y también a dar y recibir el perdón como posibles pasos hacia una plenitud humana;.
g un uso responsable de los bienes, de los medios de comunicación social y del tiempo libre. En la orientación vocacional y cuando sea necesario trazar las características de esta vocación y los requisitos de admisión a la consagración, la condición virginal será presentada a partir de su fundamento bíblico en el marco de una visión antropológica bien fundada en la revelación cristiana, en la que se integran las diversas dimensiones —corporal, psicológica, espiritual—, consideradas también en conexión dinámica de las vivencias de la persona y en apertura a la acción incesante de la gracia divina que la orienta, la guía y la corrobora en el camino de santificación.
Como tesoro de gran valor que Dios deposita en vasija de barro cf. Encuentra su origen y centro dinámico en la gracia de Dios que, con la ternura y la fuerza de su amor misericordioso, actúa incesantemente en los acontecimientos humanos, no pocas veces complejos y a veces contradictorios, para ayudar a la persona a captar la singularidad y la unidad de su existencia y permitirle hacer una entrega total de sí.
En este contexto se tendrá presente que la llamada a dar testimonio del amor virginal, esponsal y fecundo de la Iglesia a Cristo, no se reduce al signo de la integridad física, y que haber guardado el cuerpo en perfecta continencia o haber vivido ejemplarmente la virtud de la castidad, aunque es de gran importancia en orden al discernimiento, no constituye requisito determinante en ausencia del cual sea imposible admitir a la consagración.
El discernimiento exige, por tanto, mucha discreción y cautela y debe hacerse individualmente. Cada aspirante y candidata es llamada a examinar la propia vocación con respecto a su propia historia personal, con veracidad y autenticidad delante de Dios, y con la ayuda de un acompañamiento espiritual.
El recurso a expertos con competencia psicológica. En el discernimiento vocacional y en el itinerario formativo previo a la consagración, en algunos casos puede resultar útil recurrir a expertos en ciencias psicológicas [96].
Y, aunque la vocación a la virginidad consagrada, en cuanto fruto de un don particular de Dios, en su discernimiento final, excede las competencias específicas de la psicología, estas últimas pueden ser integradas en el marco global del discernimiento y de la formación, tanto para una evaluación más segura de la situación psíquica de la aspirante o de la candidata y de sus aptitudes para corresponder a la vocación, como también para una ulterior ayuda en su crecimiento humano.
Puede solicitarse prudentemente una evaluación de la personalidad en los casos que surja la duda acerca de la presencia de un trastorno psíquico. En todo caso, para poder recurrir a un experto en ciencias psicológicas, es necesario un consenso previo de la persona interesada, dado por escrito, consciente y libre; su honorabilidad y el derecho a defender su propia intimidad, deberán ser tutelados siempre [97].
Al elegir a los expertos a quien dirigirse, hay que asegurarse no solo de sus competencias profesionales, sino también de que se inspiren en una antropología que comparta abiertamente el concepto cristiano acerca de la persona humana y la vocación a la vida consagrada [98].
Además, debe ser respetado siempre el secreto profesional del experto. Si la evaluación realizada evidencia la presencia de un disturbio psíquico o de una grave dificultad, en el discernimiento vocacional el Obispo tendrá en cuenta la tipología, la gravedad y el modo de influir sobre la psique de la persona y sobre sus actitudes a la consagración.
El período propedéutico. El período propedéutico tiene como finalidad comprobar las condiciones y las evaluaciones necesarias para un fructuoso camino de formación en vista a la consagración. Su duración y las modalidades concretas de su desarrollo deben permitir un eficaz conocimiento de la aspirante por parte del Obispo, del Delegado o de la Delegada y de las consagradas que colaboran en el servicio de formación, y al mismo tiempo permitir a la aspirante conseguir un conocimiento de los aspectos esenciales de la consagración y de la forma de vida del Ordo virginum , de manera que pueda contrastarlos con su propia intuición vocacional.
Para esto, ordinariamente se debe prever la duración de uno o dos años. En el diálogo con el Obispo, el Delegado o la Delegada, o alguna de las consagradas que colaboran en el servicio de formación, la aspirante será invitada a presentar su propia historia, su manera de vivir en la actualidad, y las motivaciones que la inducen a orientarse hacia esta forma de vida.
Desde los inicios, es bueno verificar en la aspirante el haber recibido los sacramentos de la iniciación cristiana, así como no haber contraído nunca matrimonio, como también, no haber vivido públicamente y en un estado contrario a la castidad, es decir, en una condición estable de concubinato o situaciones análogas de manifiesto dominio público [99].
Teniendo en cuenta el precedente camino de fe, y, por tanto, la situación concreta y preparación de cada aspirante, se podrán proponer itinerarios catequéticos, de estudio y de reflexión, sobre la vida consagrada en general y sobre aspectos fundamentales de la vida cristiana.
En los encuentros que tendrá periódicamente con el Obispo, el Delegado o la Delegada, o alguna de las consagradas que colaboran en el servicio de formación, la aspirante será invitada a verificar su propia experiencia de fe y su intuición vocacional a partir de las temáticas propuestas.
En el ámbito del acompañamiento espiritual encontrará ulteriores posibilidades de manifestar su propia vivencia, de releer también los aspectos más dolorosos y oscuros de su vida a la luz de la Palabra de Dios, de comenzar o consolidar procesos de sanación interior que le permitan disponerse a acoger la gracia de la vocación de forma más libre y plena.
Allí donde sea posible y teniendo en cuenta las circunstancias concretas, se favorecerá el conocimiento entre las aspirantes y alguna consagrada del Ordo virginum , quienes con su propio testimonio, podrán ayudar en el proceso de discernimiento vocacional.
En caso de haber varias aspirantes, se considerará la utilidad y oportunidad de proponer momentos de encuentro, de conocimiento recíproco, y de reflexión común, conservando, con todo, espacios de diálogo personal y reservado para cada una de ellas con el Obispo, el Delegado o la Delegada, o alguna de las consagradas que colaboran en el servicio de formación.
Con especial cuidado se verificará la manera en que la aspirante participa de la vida de la comunidad cristiana. Oportunamente, los elemento de conocimiento ofrecidos por la misma interesada se integrarán asumiendo también las informaciones de sacerdotes u otras personas que la conocen bien.
También se puede pedir a la interesada que presente la documentación relativa a sus estudios y trabajos. Cuando se trate de una persona que proviene de otra forma de vida consagrada, para conseguir los elementos necesarios de evaluación, el Obispo se preocupará de obtener de la institución interesada informaciones oportunas para poder discernir.
Además, pedirá a la interesada un tiempo congruente para la separación y comprobará con atención su inserción en el contexto eclesial y social. Si al final del período propedéutico, la aspirante lo pide y el conocimiento que se tiene de ella induce a pensar que puede seguir positivamente en la formación previa a la consagración, el Obispo la admitirá al itinerario formativo previo a la consagración.
El itinerario de formación previo a la consagración. El itinerario de la formación previa a la consagración tiene el doble objetivo de consolidar la formación cristiana de la candidata y ofrecerle las herramientas necesarias para ahondar en la comprensión vital de los elementos específicos y las responsabilidades que se desprenden de la consagración en el Ordo virginum.
Su duración y modalidades concretas de desarrollo deben ser de tales que permitan a la candidata una efectiva elaboración personal de las diversas aportaciones formativas, de forma que pueda madurar, con conciencia y libertad conveniente, la decisión de petición de la admisión a la consagración.
Ordinariamente se puede prever la duración de dos o tres años. El itinerario formativo será fructífero si la candidata, mientras se confronta con la fisonomía vocacional propia de esta forma de vida consagrada, progresivamente adquiere la libertad necesaria para dejarse educar y formar cada día de la experiencia, ahondando en el conocimiento de sus propias potencialidades y limitaciones, lo que en ella pone resistencia o favorece la correspondencia a la acción del Espíritu, y aprende a captar en cada situación de su vida, los esbozos de verdad, belleza y bondad en los que se hace presente y operativa la gracia de Dios.
Esta fundamental actitud de situarse ante la realidad con atención, inteligencia y sentido de responsabilidad, suscitada y motivada por el deseo de crecer en el amor de Cristo, la llevará a madurar su disponibilidad para proseguir en un compromiso formativo constante, después de recibir la consagración.
El compromiso del Obispo, el Delegado o la Delegada y de las consagradas que colaboran en el servicio de la formación consistirá, pues, en cuidar que la candidata reciba una presentación orgánica del carisma y de la fisonomía de esta forma de vida; en acompañarla mientras intensifica la vida espiritual y profundiza en ella; en observar cómo se armoniza y configura su vida concreta en docilidad a la acción del Espíritu.
De este modo, se recogerán los datos necesarios para el discernimiento conclusivo de la admisión a la consagración. Los encuentros frecuentes y regulares con el acompañante espiritual serán para la candidata una preciosa ayuda para crecer en capacidad de discernir el plan de Dios, integrar en síntesis sapiencial las aportaciones formativas, e interpretar con una mirada de fe las distintas experiencias de su vida: oración, trabajo, relaciones y servicios eclesiales, relaciones con familiares, relaciones de amistad, estudio y profundización cultural, compromiso caritativo y social, experiencia del propio límite y de su propia fragilidad, compromiso ascético, etc.
Es importante que la candidata sea acompañada para dar al camino de oración una forma regular y constante, con la participación, posiblemente cotidiana, de la Eucaristía, la celebración de la Liturgia de las Horas, al menos Laudes y Vísperas, la meditación de la Sagrada Escritura y la devoción mariana.
Se pretende, sobre todo, ayudarla a consolidar el amor por la oración y a desarrollar la capacidad de organizar el ritmo de la jornada, de la semana y el año, de manera que asegure la experiencia del diálogo con el Señor []. Ya que esta forma de vida consagrada está arraigada en la Iglesia particular, la candidata cultivará la unión con la comunidad eclesial, sea valorando aquellas tramas de relaciones fraternales que constituyen el tejido ordinario y cotidiano de la experiencia eclesial, sea, tanto cuanto pueda, participando en los eventos diocesanos más significativos.
Para dar consistencia a la unión con la Iglesia particular, es conveniente que la candidata adquiera un adecuado conocimiento de su historia, de las instituciones, de las tradiciones espirituales, de las opciones pastorales y de las experiencias proféticas en ella presente, como también las dificultades que debe afrontar y también las heridas que son motivo de sufrimiento.
Según las aptitudes, las posibilidades efectivas y los carismas de cada una, el compromiso de edificación de la comunidad podrá concretarse en un servicio pastoral o en otra forma de testimonio, que, en el contexto social y cultural en el que vive, exprese la colaboración en la misión evangelizadora y de promoción humana de la Iglesia.
Para una correcta comprensión del Ordo virginum , serán propuestos al estudio y la meditación de la candidata la historia de la vida consagrada y su valor de signo profético en la Iglesia y en el mundo, a partir de los textos fundamentales: la Sagrada Escritura, la tradición patrística, la reflexión teológica, con referencia particular al Concilio Vaticano II y a las intervenciones más recientes del Magisterio eclesial.
Con particular atención, se presentarán y profundizarán los fundamentos teológicos, históricos, litúrgicos, eclesiológicos, jurídicos de la forma de vida propia del Ordo virginum introduciendo a la candidata a un conocimiento profundo del rito de consagración de vírgenes, en su estructura dinámica y en su significado eclesial.
Se deberá cuidar además un adecuado conocimiento y asimilación de los fundamentos de la antropología cristiana, de modo que la maduración de la opción de consagración se conciba desde una comprensión equilibrada de la sexualidad y de la afectividad humana, de relacionalidad y de la libertad, de la entrega de sí, del sacrificio, del sufrimiento.
En este marco, en el itinerario formativo podrá también tener valor la contribución de las ciencias humanas, en particular la psicología y la pedagogía, para poner a la candidata en condiciones de comprender mejor algunas dinámicas relacionales y de desarrollo humano, y por lo tanto, también, de la propia historia personal y del propio modo de relacionarse con los demás.
Cuando las condiciones concretas de la vida y las aptitudes de las personan lo permitan, se animará a la candidata a asistir a cursos de estudios en las Facultades Teológicas, Institutos de Ciencias Religiosas u otras instituciones análogas. No se descuidará, en ningún caso, una adecuada preparación teológica en los campos bíblico, litúrgico, espiritual, eclesiológico, moral.
Se fomentarán ocasiones de conocimiento, de formación y de intercambio de experiencias con las demás candidatas y demás consagradas presentes en la Diócesis.
En el caso de que no las haya, se considerará la posibilidad de establecer relaciones para conocerse y de intercambio fraterno con las candidatas o consagradas de Diócesis vecinas.
La admisión a la consagración y el cuidado de su celebración. Al final del itinerario formativo acordado con el Obispo, después de un atento discernimiento personal y con el acompañante espiritual, la candidata presentará al Obispo la petición de admisión.
Conviene que tal petición sea expresada en un escrito autógrafo que refiera el parecer del acompañante espiritual. Luego, el Obispo se hace cargo del discernimiento definitivo. Para tal fin, recogerá las informaciones oportunas de todos aquellos que han acompañado el camino de la candidata, excepto las que podría aportarle el acompañante espiritual.
Contribuirán también en la elaboración de este parecer, las consagradas implicadas en el servicio de formación, si lo hay.
La admisión a la consagración exige la certeza moral sobre la autenticidad de la vocación de la candidata, la existencia real de un carisma virginal y la subsistencia de las condiciones y de los presupuestos para que la interesada acoja y corresponda a la gracia de de la consagración, y pueda testimoniar de forma elocuente la propia vocación, perseverando en ella y creciendo en donación generosa al Señor y a los hermanos.
Si la evaluación llevara a admitirla a la consagración, el Obispo acordará con la candidata la fecha y el lugar de la celebración, considerando al respecto las indicaciones contenidas en el Pontifical.
Es conveniente preparar a la comunidad a una fructuosa participación en la liturgia de la consagración, con la invitación a acompañar a la consagrada en la oración y con una catequesis específica sobre las características de esta vocación.
En la preparación y desarrollo del rito, se cuidará introducir la asamblea al misterio nupcial de Cristo y de la Iglesia que se celebra, a través de la noble sobriedad de los gestos, de los cantos, de los signos propuestos.
La consagración, una vez que ha tenido lugar, será documentada mediante la inscripción en el registro del Ordo virginum , en el que firmarán el ministro celebrante, la interesada y dos testigos, y que ordinariamente se guardará en la Curia diocesana.
Se dará el correspondiente certificado a la interesada. Además, es conveniente que el Obispo dé disposiciones para que la consagración celebrada se comunique al párroco competente para que se anote en el registro de bautismos. La atención a la formación permanente.
El cuidado de la formación permanente encuentra su fundamento en la exigencia de corresponder a la vocación recibida cada vez más plenamente []. Esta vocación pide una disponibilidad constante para aprender de la experiencia, la disposición para dejarse conducir por el Espíritu en el dinamismo de la fe, proyectando a la luz del Evangelio, el significado de las distintas fases de la vida y su modo de dar razón de la esperanza cristiana ante las solicitudes de la cultura contemporánea.
El avance de la edad, que va acompañado del cambio de los compromisos, de los contextos relacionales, de las condiciones de salud, requiere de las consagradas descubrir en cada fase de la vida la belleza y la fecundidad de su consagración, armonizando los contenidos y modalidades de la formación.
Debe abarcar todas las dimensiones de la vida de la consagrada: su ser mujer en un determinado contexto cultural y social, discípula de Cristo en la Iglesia peregrina en la historia, llamada a ser signo peculiar del amor esponsal de Cristo y la Iglesia, como consagrada según la forma de vida propia del Ordo virginum.
La formación permanente exige, pues, de parte de cada consagrada, humildad, atención, inteligencia y creatividad. En este marco, las iniciativas específicas para la formación permanente son herramientas que tratan de acompañar la comprensión cada vez más profunda del carisma virginal, favorecer la integración de la vivencia en la entrega total al Señor y sostener a las consagradas en el compromiso de vivir las responsabilidades que se derivan de la consagración.
Compromiso personal y dimensión comunional. El proyecto de itinerarios de formación permanente fructíferos requiere armonizar el compromiso personal de la formación con la dimensión comunional característica del Ordo virginum.
Se trata, de hecho, de identificar las prioridades y los medios más idóneos para una formación sólida, que esté atenta a las exigencias y al carisma de cada una.
Al mismo tiempo, es necesario que dichos itinerarios expresen y apoyen la experiencia de comunión que une a las consagradas del Ordo virginum. Esto conlleva un doble ejercicio de corresponsabilidad: por parte de cada consagrada en su relación con el Obispo o el Delegado o la Delegada, para trazar y examinar cómo vive el compromiso de la formación; y del conjunto de las consagradas de la Diócesis con el Obispo o con el Delegado o la Delegada, para proyectar, realizar y verificar un programa de formación compartido y específico para las consagradas del Ordo virginum.
Para este segundo aspecto, teniendo en cuenta las circunstancias concretas, el Obispo o el Delegado o la Delegada promoverán encuentros e iniciativas formativas para todas las consagradas, valorando la contribución que cada una puede ofrecer a la programación, organización, realización específicas y las necesarias evaluaciones.
Para dar una expresión continuada y orgánica a este ejercicio de corresponsabilidad, el Obispo podrá acordar con las consagradas las modalidades para disponer de un equipo o un servicio de formación permanente, que pueda articular el servicio de comunión.
Una especial atención deberá dirigirse a las consagradas que por edad avanzada, razones de salud u otros motivos serios, no puedan asistir a los encuentros formativos, en la medida de lo posible, se utilizarán medios de comunicación a distancia para permitirles su participación en el itinerario compartido.
En el caso de que en una Diócesis sólo haya una consagrada, o que el número de consagradas sea muy reducido, con el acuerdo de los Obispos respectivos, es posible prever iniciativas de formación compartidas entre las consagradas de las Diócesis vecinas.
Además, las consagradas sabrán valorar para la propia formación, tanto las iniciativas y actividades propuestas en la comunidad cristiana como las ocasiones de formación válida que les ofrece su propio contexto social y de trabajo.
Indicaciones sobre el contenido y el método. Es necesario que llas propuestas formativas específicos para las consagradas del Ordo virginum armonicen, con sabiduría pedagógica, la profundización de temáticas fundamentales de la vida cristiana y, particularmente, las más típicas de esta forma de vida consagrada y la reflexión sobre cuestiones actuales sobre las cuales sea necesario realizar un serio discernimiento evangélico.
No faltará el conocimiento de la Escritura, del saber teológico y de las dinámicas del camino espiritual, como también la atención al magisterio y a las propuestas pastorales del Obispo diocesano y del Papa.
Es importante que la dimensión intelectual de la formación no esté aislada, sino que se integre en el crecimiento de la vida según el Espíritu, continuamente estimulada y evaluada en relación a la capacidad de establecer y guardar relaciones de tipo fraterno.
Se cuidará, asimismo, de que los encuentros y las iniciativas formativas se conviertan para las consagradas en ocasiones reales de comunicaciones de fe y edificación recíproca.
Además, la oración común será el soporte del itinerario formativo; no se descuidará la atención pedagógica a las dinámicas de las relaciones vividas en el Ordo virginum, promoviendo la acogida y la estima recíproca, la benevolencia y la inteligente gestión de las tensiones y conflictividades que se presenten, para que se transformen en ocasiones de crecimiento.
Los encuentros y las iniciativas formativas podrán consistir concretamente en lecciones y conferencias, intercambio de experiencias, escuchas de testimonios, puesta en común de lecturas, seminarios, retiros, o ejercicios espirituales, semanas bíblicas, peregrinaciones, profundizaciones de tipo cultural, etc.
Puede desempeñar una función de integración de los itinerarios formativos diocesanos los encuentros y diversas iniciativas formativas interdiocesanas, espacialmente los organizados por los servicios de comunión estables instituidos en una determinada agrupación de Iglesias particulares, de acuerdo con las Conferencias Episcopales interesadas y el correspondiente Obispo referente para el Ordo virginum , si ha sido nombrado.
En las programaciones, realizaciones y evaluaciones de tales eventos, deberá ser promovida la corresponsabilidad de todas las consagradas de las Diócesis interesadas. El Señor Jesús formó una única Iglesia de entre todas las naciones y se unió místicamente a ella con amor esponsal.
Este misterio admirable, que se realiza en la celebración eucarística, es el principio de la unidad y de la santidad de la Iglesia, de su misión universal y de su capacidad de vivificar con el anuncio del Evangelio toda esperanza humana y toda cultura.
Contemplando este misterio, la Iglesia reconoce como don del Espíritu el florecer del O rdo virginum y lo acoge con gratitud. A María, icono perfecto de la Iglesia, las vírgenes consagradas vuelven sus ojos, como estrella que orienta su camino.
A su materna protección la Iglesia las confía. Te alabamos, Virgen Madre de Dios, mujer de la Alianza, de la espera y el cumplimiento. Se madre y maestra de las vírgenes consagradas para que imitándote acojan con alegría el Evangelio y en él descubran, todos los días, con humildad y asombro, el origen santo de su vocación esponsal.
Virgen de las vírgenes, fuente sellada, puerta del cielo, inspira y acompaña a estas hermanas nuestras, para que tengan el don del discernimiento espiritual y, peregrinas en la historia, vivan el dinamismo de la profecía con libertad y valentía, con determinación y ternura.
Mujer colmada de gracia y sobreabundante de caridad, Virgen hecha Iglesia, bendice sus caminos, para que la esperanza oxigene sus mentes y dilate sus corazones orientando todos sus pasos, y la fe haga laboriosas y creativas sus manos, para que sus vidas sean fecundas y, anticipando aquí y ahora la realidad del Reino, difundan y edifiquen el pueblo de Dios, participando en su misión real, profética y sacerdotal.
Te proclamamos bienaventurada, Mujer del Magníficat Madre del Evangelio viviente, y para estas hermanas te pedimos: únelas a tu canto, hazlas partícipes en tu danza, para que siguiendo al Cordero a donde quiera que vaya, con las lámparas encendidas, puedan conducirnos también a nosotros al banquete de las bodas eternas al abrazo definitivo con el Amor que nunca tendrá fin.
Ciudad del Vaticano, 8 de junio de Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Arzobispo Secretario. Ad Corinthios 38, 2: SCh , y de Ignacio de Antioquía Ignatius Antiochensis, Ep. Ad Smyrnenses XXIII: PG 5, ; Ep.
Ad Policarpum V, 2: PG 5, pro christ. Ad Polycarpum V, 2: PG 5, Ad Smyrn. XIII: PG 5, En las Constituciones Apostólicas de la segunda mitad del siglo IV, las vírgenes aparecen, junto a viudas y diaconisas, como miembros institucionales de la comunidad cristiana.
por ejemplo Atanasio, en: Athanasius, Apol. ad Constant. Ambrosius, De virginibus, lib. III, cc. Sacramentarium Leonianum XXX: PL 55, Pauli VI promulgatum, Ordo Consecrations Virginum , Editio typica, Typis Polyglottis Vaticanis, Civitas Vaticana Pastor bonus 28 de junio de , post-sinodal Vita consecrata 25 de marzo de Un renovado compromiso de la vida consagrada en el tercer milenio 19 de mayo de , Es signo de que el cuerpo, cuyo fin no es la muerte, tiende a la glorificación y, por esto mismo, es ya, diría, entre los hombres un testimonio que anticipa la resurrección futura.
Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium , 1. Ordo consecrationis virginum , Prænotanda , 1; Catecismo de la Iglesia Católica , ; Código de Derecho Canónico , can.
Ordo consecrationis virginum , 17 y Ordo consecrationis virginum , Prænotanda , 1; Ordo consecrationis virginum , 16, Ordo consecrationis virginum , Prænotanda , 1.
Concilio Ecuménico Vaticano II, Cost. sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo Gaudium et spes , 1. Juan Pablo II, Ex. post-sinodal Vita consecrata 25 de marzo de , 7 y Código de Derecho Canónico , can.
post-sinodal Vita consecrata 25 de marzo de , Ordo consecrationis virginum , Juan Pablo II, Cart. Mulieris dignitatem 15 de agosto de , Lumen fidei 29 de junio de , En el matrimonio esta disponibilidad —aun estando abierta a todos— consiste de modo particular en el amor que los padres dan a sus hijos.
Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen gentium , VIII. Evangelii gaudium 24 de noviembre de , II, c. Redemptoris Mater 25 de marzo de , 6. Francisco, Ex. Evangelii gaudium 24 de noviembre de , 1. post-sinodal Vita consecrata 25 de noviembre de , Ordo consecrationis virginum , Prænotanda , 2.
Iuvenescit Ecclesia 15 de mayo de , post-sinodal Verbum Domini 30 de septiembre de , Convertirse es un camino. Es un camino que requiere valentía para alejarse del mal y humildad para aprender a hacer el bien. Francisco, Cat.
La misión es una pasión por Jesús pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo. Evangelii nuntiandi 8 de diciembre de , Ordo consecrationis virginum , 16; Juan Pablo II, Discurso a las participantes en el Congreso internacional del Ordo virginum, en el 25º aniversario de la promulgación del rito , Roma 2 de junio de , n.
Juan Pablo II, Discurso a las participantes en el Congreso internacional del Ordo virginum, en el 25º Aniversario de la promulgación del rito , Roma 2 de junio de , 4.
Ordo consecrationis virginum , Prænotanda , 6. Ordo consecrationis virginum , Prænotanda , 14 y Ordo consecrationis virginum , Prænotanda , 5; Ordo consecrationis virginum ,2 y Congregación para los Obispos, Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos Apostolorum Succesores 22 de febrero de , Congregación para la Doctrina de la Fe, Cart.
Código de Derecho Canónico , cann. post-sinodal Vita consecrata , 25 de marzo de , Es la tentación de los egoístas que por el camino pierden la meta y, en vez de pensar en los demás, piensan sólo en sí mismos, sin experimentar ningún tipo de vergüenza, más bien al contrario, se justifican.
La Iglesia es la comunidad de los fieles, el cuerpo de Cristo, donde la salvación de un miembro está vinculada a la santidad de todos.
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, Instrucción Caminar desde Cristo. Ordo consecrationis virginum , Prænotanda , 5 b.
Ordo consecrationis virginum , Prænotanda , 5 a y 5 b. En esta línea, cabe reconocer que nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación directa con el ambiente y con los demás seres vivientes.
La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre el cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación.
Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana. También la valoración del propio cuerpo en su feminidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente.
Congregación para la Educación Católica, Orientaciones para el uso de la competencia psicológica en la admisión y en la formación de los candidatos al sacerdocio 29 de junio de ; Congregación para el Clero, El don de la vocación presbiteral. Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis 8 de diciembre de , y Congregación para el Clero, El don de la vocación presbiteral.
Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis 8 de diciembre de , Un renovado compromiso de la vida consagrada en el tercer milenio 19 mayo , La vocación y el testimonio del Ordo virginum El fundamento bíblico de la virginidad consagrada El carisma y la vocación El propositum , la consagración y el estado de vida La fisonomía espiritual La forma de vida Seguimiento evangélico y carismas personales Oración y camino de ascesis Condiciones de vida y estilo de proximidad y servicio II.
La configuración del Ordo virginum en las Iglesias particulares y en la Iglesia universal Arraigadas en la Diócesis Comunión y corresponsabilidad en el Ordo virginum diocesano Responsabilidad del Obispo diocesano Colaboraciones en la atención pastoral del Ordo virginum Comunión y corresponsabilidad entre consagradas de varias Diócesis Iniciativas compartidas, servicio de comunión y Obispo referente Referencia a la Sede Apostólica y Secretariado para el Ordo virginum Permanencia en otra Diócesis y traslado Fundaciones, asociaciones y opciones de vida en común Pertenencia al Ordo virginum y referencia a otros grupos eclesiales Separación del Ordo virginum Paso a un Instituto de vida consagrada o Sociedad de vida apostólica Salida del Ordo virginum Dimisión del Ordo virginum Anotación y comunicación de la separación III.
La vocación y el testimonio del Ordo Virginum El fundamento bíblico de la virginidad consagrada El carisma y la vocación El propositum , la consagración y el estado de vida La fisonomía espiritual La forma de vida Seguimiento evangélico y carismas personales Oración y camino de ascesis Condiciones de vida y estilo de proximidad y servicio La configuración del Ordo virginum en las Iglesias particulares y en la Iglesia universal Arraigadas en la Diócesis Comunión y corresponsabilidad en el Ordo virginum diocesano Responsabilidad del Obispo diocesano Colaboración en la atención pastoral del Ordo virginum Comunión y corresponsabilidad entre consagradas de varias Diócesis Iniciativas compartidas, servicio de comunión y Obispo referente Referencia a la Sede Apostólica y Secretariado para el Ordo virginum Permanencia en otra Diócesis y traslado Fundaciones, asociaciones y opciones de vida en común Pertenencia al Ordo virginum y referencia a otros grupos eclesiales Los temas abordados en este libro son temas que podríamos llamar "mayores": Amistad, consagración, autoridad, seguimiento, vocación y mística.
Seis vocablos sustantivos que expresan otros tantos valores primordiales ya clásicos. Valores que es preciso redescubrir en su esencia originaria y, al mismo tiempo, saber traducir en formas y en fórmulas actuales.
Sólo así cumplimos la gran consigna del Concilio Vaticano II sobre el proceso ininterrumpido de renovación-adaptación de la vida religiosa. Doctor en Teología. Diplomado en Espiritualidad y Mariología. Catedrático de Teología de la Vida Consagrada en el Instituto Teológico de Vida Religiosa, de Madrid.
Director del ITVR Ha escrito innumerables libros y artículos sobre Teología de la vida consagrada y Teología de la vida espiritual cristiana. Toda su vida estuvo dedicada a profundizar en la teología de la Vida Consagrada, para presentarla a sus oyentes y lectores con la mayor competencia posible.
En sus escritos se puede apreciar el profundo respiro de fresca novedad que el Concilio Vaticano II aportó a Iglesia y a la vida religiosa en ella.
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El ejercicio de una profesión implica al menos cuatro ingredientes subjetivos previos: la vocación, la competencia, la consagración y el – En esta consagración interviene la voluntad del hombre (personal o de quien ejerce la patria potestad sobre el sujeto) y la gracia sacramental La ley de consagración nos guía para que consagremos nuestro tiempo, nuestro talento, nuestro dinero y nuestros bienes a la causa de la Iglesia; todo ello debe